Defiéndeme menos y escúchame más

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Es fin de semana y salimos a pasárnoslo bien. Iremos a bailar, aunque lo cierto es que yo muchas veces no bailo… El ambiente está muy bien, calentito, al pil pil. Mucha gente, algunas y algunos que conozco, mucha gente que no conozco y gente que he visto alguna vez que otra.

Estoy con Carla. Carla es mi amiga. A ella le gusta mucho bailar, a mí no. Bueno, me gustaría bailar, pero lo cierto es que me da algo de vergüenza. De momento tampoco me agobio mucho con este tema. La música está alta y hablar entre nosotras no es muy fácil, casi tenemos que chillar, pero da igual, estamos echando un vistazo al resto y haciendo pequeños comentarios, vamos, que no estamos de charla profunda.

Un tipo al que conozco poco ha pasado por nuestro lado, y yo diría que le ha tocado el culo a Carla. He flipado, no podía creerlo, pero la cara que ha puesto Carla me ha confirmado que así ha sido. Su cara de susto y la sonrisa idiota del tipo. Me he cabreado mogollón. Así que he ido detrás del tio, le he agarrado por detrás, por la espalda y le he obligado a que se diera la vuelta.  Mientras le gritaba «Pero tú, ¿que te crees?» le he empujado y casi se cae al suelo. No tengo ni idea de por qué no hemos terminado peleándonos, pero al final el tio se ha largado. Pero ¿qué se cree éste? ¿Que nosotros no vamos a hacer nada ante situaciones así?

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